EL CANTAR DE MIO CID
RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID CAMPEADOR)
La vida de Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador, se encuentra irremediablemente unida a la leyenda. Sobre él se puede afirmar que existen dos vidas, la real y la literaria. Es ésta última la más conocida, gracias al éxito del poema anónimo conocido como el “Cantar del Mío Cid”. Contando con esta doble faceta, aquí se intenta referir más los hechos históricos probados que a su leyenda.
Rodrigo nació en torno a 1045 en una pequeña aldea burgalesa llamada vivar. Sus padres, miembros del apequeña nobleza local, consiguieron situar a su hijo a servicio de uno de los hijos del rey Fernando I. Rodrigo y su señor, el infante Sancho, comenzaron muy jóvenes la formación militar , dando pronto paso a sus primeras batallas. Así, con tan sólo 19 años, fue nombrado caballero por el rey. Al poco tiempo, en 1065 , muere Fernando I, repartiendo su reino entre sus numerosos hijos, correspondiéndole a Sancho el reino de Castilla, a Alfonso el reino de León y a García el reino de Galicia. Sin embargo, a pesar de que las disputas por la herencia eran muy comunes en la época, provocaron una guerra entre los tres hermanos, de la cual salió vencedor Sancho, y éste mandó al destierro a los otros dos. El Cid sería el fiel capitán de los ejércitos de Sancho II, su amigo y protector. Sucede entonces el hecho que cambiará la suerte de Rodrigo : Sancho es asesinado durante el sitio de Zamora, provocando un gran vacío de poder que pronto se encargaría de cubrir el desterrado príncipe Alfonso.
Está probado que el Cid juró fidelidad al nuevo monarca, si bien no volvió a ocupar un cargo tan importante. Así, es discutible el conocido hecho de la Jura de Santa Gadea, según la cual, el Cid obligó a Alfonso a jurar que no había tenido nada que ver en el muerte de su hermano. Durante unos años, Rodrigo presta sus servicios como guerrero al rey Alfonso , y confirma su buena relación el que la familia real estuviera presente en el año 1074 en la boda de Don Rodrigo y Doña Jimena. Sin embargo, el fuerte carácter del Cid le provocó muchos enemigos , los cuales intentaron por todos los medios enemistarle con el soberano. Esto sucedió en el año 1081, debido a la actitud levantisca del guerrero , provocando su destierro de Castilla en soledad, hecho éste que refleja el poema. Comienza así su etapa de soldado de fortuna, que le lleva a prestar sus servicios allí donde los soliciten o donde pueda haber un buen botín. Su fama de buen guerrero le proporciona un gran grupo de seguidores , en busca de prestigio y riqueza. Es entonces cuando entra al servicio del rey moro de Zaragoza -Al Muqtadir- y cuando participa en la conquista de la ciudad de Valencia, siendo capitán del ejército musulmán.
Por aquellos años, en 1085, Alfonso conquistó la ciudad de Toledo, provocando el pánico en los otros reinos musulmanes de la Península. Estos se dieron cuenta que los reinos cristianos no se confirmaban con recibir dinero de ellos por no atacarles, querían expulsarles definitivamente. Por ellos se decidieron a llamar a un grupo de fieros guerreros integristas del Norte de África, llamados almorávides, los cuales lograron frenar la ofensiva cristiana en la Batalla de Zalaca (1086). Alfonso se dio cuenta que necesitaba todos los apoyos con los que pudiera contar y decidió reconciliarse con el Cid, sin embargo, una vez pasado el peligro, nuevas rivalidades y envidias provocaron un segundo y tercer destierro , éste ya definitivo en 1091. Es entonces cuando el Cid entra de lleno en la política de los Reinos musulmanes del Levante, entre ellos la ciudad de Valencia, a la cual pone sitio con sus tropas y conquista en el 1094. La corte cristiana de valencia sólo consiguió sobrevivir durante la vida de Rodrigo . Así, a su muerte en 1099, sale de allí el cortejo fúnebre que llevará sus restos al monasterio burgalés de San Pedro Cardeña, lugar en el que estuvieron hasta la desamortización del siglo XIX, para ser posteriormente trasladados a la catedral de Burgos.
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